Un casero confiesa en Zaragoza los abusos sexuales a una chica que tenía como inquilina

La víctima le había pagado la fianza y el primer mes, pero tuvo que llamar a la Policía el cuarto día.

El alto precio de los pisos del alquiler ha hecho que cada día sean más las personas que arriendan exclusivamente habitaciones. Se trata de un mercado con gran demanda entre los estudiantes universitarios, pero al que también recurre gente de paso o con menos recursos. Por lo general, el casero no suele convivir con el resto de inquilinos, pero puede darse el caso. Y aunque ello no debería ser sinónimo de problemas, una chica tuvo que denunciar hace unos meses al suyo en Zaragoza después de que este se colara noche tras noche sin permiso en su cuarto: motivo por el que acaba de ser condenado.

Los hechos que ha juzgado la Audiencia Provincial se produjeron en mayo del año pasado, después de que la joven alquilara una habitación en un piso del barrio de Torrero. Como le exigió el arrendador, ella adelantó la renta mensual y una fianza. Sin embargo, apenas pasó allí cuatro días, puesto que su casero empezó a acosarla desde el primer instante. Según denunció la joven y terminó reconociendo el acusado, Ángel P. M., de 34 años, la perseguía y manoseaba por el pasillo y las zonas comunes de la vivienda, como la cocina o el salón. No conforme con ello, y pese a la negativa expresa de la chica, el hombre acabó metiéndose también en su habitación.

La sentencia considera probado que el dueño del piso sometió a tocamientos libidinosos a esta inquilina desde su llegada. El tribunal también recuerda que, en una ocasión, el hombre se metió en el dormitorio de la chica vestido con un traje de baño y al verla en la cama se abalanzó sobre ella, lo que obligó a esta a quitárselo de encima a empujones y a llamar a la Policía.

Según narraba en la denuncia la víctima, al tiempo que la manoseaba y besaba por la cara y el cuello, su casero profería expresiones del tipo: “Te quiero mucho”; “estoy enamorado de ti”; “no puedo aguantar”. Sin embargo, molesto porque ella siempre lo rechazaba y apartaba, el acusado empezó a llamarla “puta” y a reaccionar de forma violenta, tirando el mobiliario por el suelo con intención de amedrentarla.

Le pidieron hasta seis años de prisión

La Fiscalía se presentó al juicio con una petición de dos años de prisión y tres de alejamiento por un delito continuado de agresión sexual. Más severo era incluso el castigo que exigía la acusación particular, a cargo del abogado Alberto Peiró, quien no solo acusaba por un delito contra la libertad sexual sino también por otro de allanamiento de morada. Por el primero proponía una pena de cuatro años de cárcel y por el otro, de dos.

Hubiera resultado interesante saber cómo los magistrados de la Sección Sexta de la Audiencia de Zaragoza resolvían la cuestión del delito de allanamiento de morada, dado que tanto el acusado como la denunciante vivían bajo el mismo techo, aunque en distintas habitaciones. Pero un acuerdo previo entre las acusaciones y la defensa, a cargo de la letrada María del Carmen García Barros, hizo que finalmente se retiraran los cargos por allanamiento.

Al reconocer los hechos denunciados por la joven, el encausado consiguió evitar la pena de cárcel, pero tendrá que hacer frente a una multa de 18 meses a razón de tres euros diarios (1.620 euros), a los que habrá de sumar una indemnización de 500 euros para la víctima, a la que no podrá aproximarse y con la que no podrá contactar por un periodo de dos años.

Fuente: Heraldo de Aragón (09/10/2024)