El acusado afronta un año de cárcel por un delito de abuso sexual y defiende que no fue él. Su hermano desmonta su propia coartada y reconoce que lo perdió de vista «unos 45 minutos».
Por norma general, los abusadores sexuales eligen las altas horas de la noche o las primeras de la madrugada para seguir a las mujeres hasta sus casas y manosearlas o violarlas en sus portales. Este modus operandi no se cumplió en la causa que llegó ayer a la Audiencia Provincial de Zaragoza: Lamine G. se sentó en el banquillo de los acusados por haber tocado, supuestamente, a una joven tras haberla seguido hasta el portal de su vivienda en el barrio de Valdefierro a plena luz del día. Fue en torno a las 20.30 horas del 25 de julio del año pasado.
Por estos hechos, la Fiscalía y la acusación particular solicitan una pena de un año de cárcel para este joven gambiano como presunto autor de un delito de abuso sexual así como también otros dos años de libertad vigilada. La solicitud del ministerio fiscal también incluye una indemnización de 400 euros en concepto de responsabilidad civil.
La víctima, defendida por Alberto Peiró, reconoció sin «ninguna» duda al acusado, que comenzó a seguir sus pasos cuando ella se apeó del autobús al regreso del trabajo. «Me di cuenta de que venía un chico por mi izquierda. Me crucé de acera, me giré y vi que él también había cruzado. Cuando ya me silbó, me puse más nerviosa. Llegué a mi portal, saqué las llaves de mi mochila y sentí cómo me metían la mano por debajo del vestido, me tocaban los genitales y me tiraban para atrás», recordó ayer la joven ante el tribunal provincial de la Sección Tercera, presidido por el magistrado José Ruiz Ramo. Incluso llegó a perder «un poco» el equilibrio.
Cuando logró reponerse, sacó su teléfono móvil para amenazar a Lamine con fotografiarle y le dijo que le iba a llamar a la Policía. Fue entonces cuando el ahora procesado huyó corriendo de allí y se refugió en el corredor verde Oliver-Valdefierro, donde acabó detenido por una dotación de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón. La joven les indicó a los agentes que ese chico «de raza negra» y «pelo rizado» había abusado de ella, por lo que se acercaron hasta él para detenerle, si bien trató de fugarse. «La chica nos señaló al autor y el varón intentó huir, siendo retenido en la medida de lo posible por los viandantes. Mostró una gran agrevisidad durante la reducción y opuso una resistencia muy dura», confesó ayer uno de los policías nacionales que participó en el operativo.
No obstante, el acusado, defendido por Javier Peregrina, negó rotundamente los hechos y aseguró que «vino la Policía y me arrestó» poco después de que su hermano marchara a jugar con unos amigos en el corredor verde. Preguntado por el ministerio público por su intento de fuga, Lamine alegó en su favor que «acababa de llegar a España y no sabía qué podía pasar» en relación al año y siete meses, aproximadamente, que llevaba residiendo en el país. Incluso señaló que un grupo de gambianos se habían visto envueltos en una pelea en el mismo punto donde fue detenido.
Sin embargo, su hermano desmontó su propia coartada al declarar que nadie le había hablado de esa pelea y que lo había llegado a perder de vista «unos 45 minutos». «Yo fui al parque con él después de rezar, lo dejé en el corredor verde y me dijo que no quería jugar. Luego ya me dijeron que se estaban llevando a mi hermano y que avisara a mis padres», finalizó el joven.